Rehab, rehab, rehab -

Cuando aquella mañana había bajado de aquel avión que lo había traído de vuelta a Australia, una sonrisa en su demacrado rostro se había dibujado en sus labios al sentir el frío que le daba la bienvenida. Xian nunca había sido propenso a los climas calurosos ni mucho menos. Provenía de un país donde la mayoría de las cosas estaban congeladas y acostumbrarse a los climas cálidos era demasiado difícil para él. En realidad nunca se acostumbraría al calor simplemente porque amaba el frío. Al caminar por el aeropuerto muchos se quedaban mirándolo sorprendidos de la poca ropa que llevaba encima. El doctor Aristov tenía su piel acostumbrada para el frío, y para temperaturas mucho más bajas que las que había en Australia. Así que él podía decir que el clima en aquel país estaba algo liviano.

Subió a un taxi que lo llevara al hospital. Se relajó en el asiento colocando su cabeza hacia atrás y cerrando sus ojos. En su rostro se podía ver la falta de sueño, no había tenido tiempo ni de llamarla a Allie. Había estado demasiado ocupado como para pensar en otra cosa que en el bendito congreso. Sabía que cuando volviera a verla se le vendría una grande y más con el carácter de la rubia. Pero tenía fundamentos válidos como para excusarse, y aunque ella al principio se lo negara a muerte, tarde o temprano terminarían bien. Bajó del automóvil y con una sonrisa serena en su rostro ingresó en su amado hospital. Todos los saludaban con alegría, y él devolvía los saludos con la misma efusividad. Había extrañado aquel lugar, era como su hogar y no exageraba cada vez que lo recalcaba. A pesar de que una buena cama no le vendría mal, no quería atrasarse con sus pacientes por lo que se puso a trabajar enseguida.

Cuando ingresó a su consultorio y vio la lista de pacientes de aquel día, sonrió con diversión cuando vio el nombre de Allie escrito en aquel papel. Colocándose su ambo salió de su consultorio directo a la sala de rehabilitación. Saludó a sus colegas y buscó con la mirada a una ya conocida rubia cabellera. Estaba escondida detrás de una revista, y esperaba que no lo haya visto aún. Se acercó a ella, con esa sonrisa caballera estampada en sus labios y carraspeó un poco para llamar su atención. -Buenas tardes señorita Gauthreaux- dijo en un tono serio pero sin borrar esa sonrisa de su rostro. Sus ojeras delataban la falta de cansancio, pero allí estaba él a pie del cañón.

La consulta se estaba haciendo asquerosamente larga, Alya sabia que como Xian estaba ausente ahora quedaba un solo terapeuta para todos los pacientes que iban allí en sillas de ruedas, muletas, andadores y demás. Lo cierto era que el lugar no resultaba muy alentador, o no al menos para ella. La rubia hizo una mueca pensando en que lo mejor sería salir de allí directo a su casa y volver cuando Xian estuviera de nuevo allí para tratarla. Allie siguió con su revista hasta que alguien carraspeó adelante de ella y la saludó seriamente, levantó la mirada y le dio un brinco el corazón al ver allí a su hermoso moreno. En un reflejo su pie derecho se disparó dándole una patada a la mesa ratona que tenía entre ellos. Un sonrrojo automático cubrió sus mejillas, necesitaba desesperadamente que él se acercara más y que la tomara en brazos allí mismo.

- ¡Xian!- dijo ella con emoción, las miradas de los presentes estaban, en su mayoría puestos en ellos- Maldito abandonador..- agregó frunciendo el entrecejo, se acababa de acordar lo enojada que estaba con el moreno por dejarla tirada allí en Australia cuando se había marchado y por no haberle puesto atención en esos quince días- Estoy enfadada contigo, Aristov, muy enfadada..- le aclaró, volviendo a su revista como nada.

No sabía cómo podría llegar a ser la reacción de la rubia. Podría matarlo a revistasos o recibirlo con mucha alegría. Por más que quisiera serlo, ella no lo intimidaba con esa faceta ruda y arisca que tenía. Al contrario, moría de risa con cada una de sus contestaciones y la mayoría de las veces terminaba tomándole el pelo. Claro que después terminaba sacándola de sus casillas, y se divertía aún más. Era adorable ver sus expresiones de ruda y enojada. Para él era tierna, no le impartía miedo ni esas cosas que ella esperaba que él sintiera. De alguna forma u otra terminaba ablandándose, hasta colocándose en una posición mucho más dócil que la normal.

Cuando escuchó el ruido que su pierna había provocado al estamparse contra la mesa ratona que los separaba, una carcajada masculina y divertida salió de sus labios haciéndolo negar con la cabeza. Por lo menos no lo había golpeado con la revista, ese era un punto a su favor. Y escuchar su nombre salir de sus labios con tanta emoción lo tranquilizó un poco. La había extrañado, muchísimo. Se detestaba por no haberla llamado por lo menos quince minutos pero eso era algo que ya no podía arreglar. Rodeó la mesa para poder llegar a ella y llevarla al otro rincón de la sala para poder iniciar con su sesión. Dejó un beso en sus cabellos mientras destrababa la silla y asintió con la cabeza. -¿De repente soy Aristov? Antes había escuchado que me llamabas por mi nombre- le dijo, avanzando por el lugar con ella con una sonrisa divertida plasmada en sus labios.

Tanto la gente del hospital como los pacientes de rehabilitación más frecuentes sabían de la relación que guardaban Xian y Alya por lo que no se extrañaban de la forma cariñosa y especial que él tenía de tratarla, como tampoco se emocionaban de ver la pólvora que la rubia era. Los labios de su castaño en sus cabellos aplacaron un poco de su enojo que su chiste volvió a inflamar. Xian se divertía a lo grande cada vez que Alya se enojaba con él, siempre le hacia lo mismo por lo que ellos no duraban mucho tiempo enojados uno con el otro. Alya se quejó cuando estuvieron 'a solas' en el espacio de biombos donde solían trabajar juntos. La rubia volvió a protestar cuando él habló de nuevo, a veces lo odiaba con fuerza. Para él todo era putamente divertido y digno de risa. Alya, quien todavía tenía su revista en la mano lo golpeó con ella en el brazo sin hacerle daño, provocando que el médico del cubículo de al lado soltara una carcajada.

- Claro que eres Aristov, desde el momento que me abandonaste..- le dijo ella dándole de nuevo con la revista en el brazo- Claro que no te llamé por tu nombre, ya no recuerdo tu nombre..- lo riñó ella, haciéndole la contra, como prácticamente siempre. Ella adoraba a Xian y estaba estúpidamente enamorada de él y en este momento estaba enojada con él en la misma medida. Maldito él y todo su encanto que siempre la hacían aflojarse.